Nos hicimos amigos de forma extraña, el no tener trato hizo que fuera más fácil, él necesitaba hablar y desahogarse, yo estaba dispuesta a escuchar, estuvimos casi dos horas hablando, pasando de lágrimas a sonrisas, de sonrisas a lágrimas, grandes conversaciones en ese escaso período de tiempo, con mucho frío y algo de lluvia. Me gusta pensar que ese día le ayudé, que le ayudé a no pensar y a sonreír, y me gusta muchísimo más saber que todo se arregló unos días después.
Luego llegaron momentos difíciles para mi, entre ellos el peor recuerdo que guarda mi mente, y él estuvo ahí animándome, apoyándome, hacía poco más de un mes que nos conocíamos y fue mi gran apoyo, fue un momento muy duro y jamás dejaré de agradecerle que estuviera ahí escuchándome hasta altas horas teniendo que madrugar, que me tranquilizara y que no me juzgara.
Muchos son los comentarios que he aguantado por tenerle tanto cariño, pero a los amigos se les tiene cariño y afecto y más a los que están en todo momento a tu lado, que cuando estás mal te escuchan y te apoyan y cuando estás bien se alegran profundamente por ti. No cualquiera se queda a tu lado en momentos así y él lo hizo; un día él tuvo un problemilla con algo que le habían prestado y era de gran valor sentimental para una chica muy especial, él se puso algo nervioso y no dudé ni un segundo en que debía ayudarle, no era exactamente lo que buscaba, pero tras patear media ciudad y montones de tiendas, no había nada mejor; espero poder ayudarle siempre en todo lo que pueda y poder agradecerle todo lo que ha hecho por mí.
Me dio el más grande consejo del mundo: SIEMPRE SONRÍE
No hay comentarios:
Publicar un comentario