Sentir el aire entre sus cabellos, el agua bajo sus pies, la fina arena entre sus dedos; esas ansias de libertad, la necesidad de que todo fluya. Nadie que le diga que decir, que hacer ni donde ir. Marcar sus propias normas, tiempos y lugares. Nadie a quien seguir, nadie a quien adorar, para así poder seguir sus propios pasos, marcar su camino y tropezar las veces que sea necesario. Sólo sentir que al fin es libre y sin ataduras.
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