Ella queriéndole olvidar, él queriéndola recordar, ambos deseando distanciarse sin poder hacerlo, mucho han compartido juntos, muchos buenos recuerdos conjuntos, apenas les hay malos, ¿tan perfecto fue? No, no fue perfecto ellos también tenían sus más y sus menos, pero se compenetraban bien, tenían esa complicidad que aún comparten, esa que por más que quieran no desaparece.
Siempre riendo, riendo juntos, provocando a la vida, jugando con el destino y el cruzar de miradas, unas miradas sin final que sin decir nada lo dicen todo, que no les hacen falta palabras para hablar, sólo mirarse. Esos momentos a su lado yaciendo junto a él, perdiéndose en su mirada mientras su suave cabello se enreda entre sus dedos, cuando nota su calor y siente su respiración en el cuello, inhalando su olor que la transporta a lugares idílicos en los que se encuentran ellos solos.
Compartiendo esas noches de insomnio, de risas, de caricias, de besos, de abrazos... En las que nadie más existe. Qué fácil sería todo a su lado, durmiendo junto a él semiaplastada, con sus brazos rodeándole mientras le susurra al oído y dormir entre besos y caricias...